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Ventanas de sueño: Un mejor camino para dormir mejor

Niño durmiendo después de una ventana de sueño.

Tiempo de lectura: 7 minutos

Los intervalos en los que los niños se mantienen despiertos entre sueños se conocen como ventanas de sueño, generalmente denominados como periodos de vigilia. Estos períodos son clave y están determinados por el ritmo cardíaco del bebé, jugando un papel crucial en su habilidad para dormir bien.

Algunos indicativos de que un bebé necesita dormir son los bostezos, la falta de actividad, lloriqueos, somnolencia y el gesto de frotarse los ojos.  Es crucial monitorear el tiempo de vigilia para garantizar que el bebé descanse de forma eficaz y serena. Estos momentos de alerta son esenciales para formar un hábito de sueño regular desde el nacimiento hasta los 5 o 6 meses, lo que se transforma en una herramienta valiosa para mantener una constancia en el patrón de sueño. 

¿Por qué son tan importantes las rutinas de sueño en los bebés?

El establecimiento de rutinas de sueño es crucial no solo para los bebés, sino también para personas de todas las edades. Las técnicas para dormir son fundamentales para relajar el cuerpo y asegurar un descanso nocturno reparador.

La implementación de rutinas específicas de sueño y las siestas son tácticas esenciales para que un niño logre dormir plácidamente. Estos hábitos no solo preparan al niño para la noche, sino que además elevan significativamente la calidad de su descanso nocturno. Para facilitar el sueño en los niños, se pueden establecer rutinas como un baño cálido, una cena ligera y la lectura de un cuento antes de acostarlos. Estos rituales son vitales porque ayudan al niño a relajarse y conseguir el sueño de manera más efectiva y rápida.

Durante el sueño, tanto niños como adultos recuperamos energía, y en el caso de los niños crecen, ya que aumenta la secreción de la hormona del crecimiento. Por ello, es crucial dormir en un entorno seguro, lo que permite un descanso adecuado y facilita el cumplimiento de los ciclos de sueño completos.

La regulación del sueño se irá alcanzando gradualmente conforme el sistema nervioso central del niño madure. Establecer rutinas de sueño consistentes y crear ambientes calmados son clave para apoyar este proceso de desarrollo. 

bebé malhumorado que no quiere dormir

¿Qué importancia tienen las ventanas de sueño?

Las ventanas de sueño son esenciales durante los primeros 4 o 5 meses de vida del niño, una etapa en la que aún no se han establecido patrones de sueño fijos. Durante este tiempo, los padres tienen la oportunidad de comenzar a regular los horarios en los que el bebé se despertará y los momentos para sus siestas.

Para reconocer con precisión las ventanas de sueño, es crucial observar atentamente todas las señales que el niño emite:

  • Señales tempranas incluyen: mirada perdida, baja energía, desinterés por los juguetes y disminución de la coordinación.
  • Etapa intermitente: el niño puede empezar a frotarse los ojos, bostezar, tirar de las orejas y mostrar signos de irritabilidad, buscando confort en brazos cercanos.
  • Señales tardías: el niño muestra nerviosismo intenso, llanto fuerte, incapacidad para calmarse, arqueo de espalda y cambios rápidos de humor. 

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¿Cómo son las ventanas de sueño según la edad?

Es vital recordar que cada niño presenta necesidades individuales y su desarrollo es variable. A continuación, se ofrece una guía que indica las ventanas de sueño por edad, proporcionando orientación útil para los padres a la hora de manejar y cuidar estos períodos críticos de descanso.

0 a 4 semanas

En esta etapa inicial, el niño puede requerir 4 o más siestas diarias, con ventanas de sueño que fluctúan entre 30 a 60 minutos. Durante este período, los patrones de sueño diurno y nocturno son bastante similares.

Además, es esencial observar cómo el recién nacido responde a los distintos entornos y rutinas de sueño, ajustándolos según las necesidades de su bienestar y desarrollo.

5 a 8 semanas

Similar a la etapa anterior, el niño seguirá necesitando cuatro o más siestas, aunque ahora estas pueden prolongarse entre 30 a 90 minutos. A medida que el bebé crece, el sueño diurno comienza a disminuir, situándose alrededor de 6 a 7 horas diarias, con un aumento en la duración del sueño nocturno.

9 a 12 semanas

Durante este período, las ventanas de sueño se extienden de 90 minutos a 2 horas, y el niño podría seguir necesitando 4 siestas diarias. Las siestas aún pueden ser inestables, lo cual hace indispensable estar atento a las señales de sueño que el niño muestra.

El establecimiento de un horario más estructurado puede empezar a ser efectivo, conforme el bebé se acostumbra gradualmente a períodos de sueño más largos y predecibles.

4 y 5 meses

El sueño diurno se reduce y se distribuye en 3 siestas a lo largo del día, con el niño capaz de permanecer despierto entre 2 a 2 horas y media. Estos cambios reflejan un desarrollo significativo en su ritmo circadiano y capacidad de adaptación.

En esta fase, es clave ajustar las rutinas de sueño para facilitar la transición a menos siestas, pero de mayor duración, ayudando así al niño a adaptarse mejor a los cambios.

De 6 a 8 meses

Las ventanas de sueño pueden durar de 2 a 3 horas, y durante este tiempo, el sueño diurno será de 3 a 5 horas, repartidas en 2 o 3 siestas. Esta etapa permite al bebé establecer un patrón más regular y predecible de sueño.

Es fundamental continuar ajustando las rutinas para optimizar el descanso y el desarrollo del bebé, prestando especial atención a las necesidades cambiantes que puede presentar.

De 9 a 12 meses

Al acercarse al año, las ventanas de sueño se extienden hasta 3 a 4 horas, con el bebé realizando 2 siestas. Las horas de sueño diurno suman entre 2 o 3 horas, reflejando un mayor desarrollo y maduración del patrón de sueño.

Esta fase marca un período crítico donde el bebé comienza a adaptarse a rutinas más similares a las de un niño pequeño, enfocándose en un sueño nocturno más prolongado y reparador.

Bebé durante una de sus ventanas de sueño.  

De 12 a 18 meses

En esta etapa crucial del desarrollo, las ventanas de sueño suelen oscilar entre 4 y 5 horas, y el tiempo de sueño diurno se reduce a unas 2 a 2,5 horas. Esta reducción es una clara señal del avance natural del niño hacia patrones de sueño más similares a los de un adulto.

Es vital asegurarse de que las siestas durante el día no ocurran demasiado cerca de la hora de acostarse, ya que esto podría provocar problemas para conciliar el sueño por la noche, buscando mantener un equilibrio óptimo entre el descanso diurno y nocturno.

De 18 meses a 2,5 años

En este grupo de edad, las ventanas de sueño se prolongan hasta unas 5 horas y es habitual que el niño disfrute de una siesta de 2 horas durante el día. Este período es significativo, ya que el niño ajusta gradualmente su patrón de sueño hacia menos siestas diurnas.

Es crucial observar la calidad del sueño nocturno; si el niño muestra dificultades para dormirse, podría ser necesario reajustar las siestas diurnas para mejorar el descanso nocturno.

De 2,5 años a 5 años

Durante este periodo, la duración del sueño nocturno puede ser superior a 5 horas, y la necesidad de siestas durante el día comienza a disminuir gradualmente. No se recomienda una cantidad fija de sueño diurno, lo que requiere un enfoque flexible y adaptado a las necesidades individuales del niño.

Evitar que el niño duerma muy cerca de la hora de irse a la cama es fundamental, ya que esto puede dificultar que concilie el sueño de manera eficiente durante la noche. 

¿Cómo saber que un bebé duerme lo suficiente?

Esta es una preocupación frecuente entre los padres, especialmente para los primerizos o aquellos cuyos hijos parecen estar demasiado tiempo despiertos. Evaluar el estado general del niño puede ofrecer indicaciones claras sobre si está durmiendo lo suficiente: fíjate si muestra un buen humor, está activo y saludable o si, por el contrario, parece irritable, quejoso o tiene tendencia a dormirse durante el día.

Si un niño no duerme bien por la noche, es esencial revisar y ajustar los horarios de sueño durante el día y supervisar la duración de las siestas. Un análisis detallado de las ventanas de sueño ayudará a identificar los mejores momentos para promover un descanso reparador. Al estudiar las ventanas de sueño, los padres pueden descubrir el momento óptimo para proporcionar al niño un periodo de descanso efectivo y una siesta reparadora. 

Bebé recibiendo un baño para dormir durante una de sus ventanas de sueño.

¿Y si no se respetan las ventanas de sueño?

Desatender las ventanas de sueño puede resultar en un bebé irritable, afectando negativamente tanto a sus siestas como a sus patrones de sueño nocturnos. Un bebé que esté demasiado agotado o sobreestimulado tendrá problemas para calmarse y conseguir un sueño profundo.

Además, observar estas ventanas de sueño no solo es beneficioso para la salud del bebé, sino que también ayuda a estabilizar el ambiente doméstico, disminuyendo el estrés y elevando la calidad de vida de todos los integrantes de la familia. 

Conclusión

En resumen, las ventanas de sueño constituyen un aspecto fundamental en la rutina diaria de los bebés. Su adecuada administración permite a los padres identificar los momentos óptimos para el descanso de sus hijos, y dormir bien es esencial para el bienestar de toda la familia.

Comprender y aplicar correctamente las ventanas de sueño no solo favorece el descanso de los bebés, sino que también permite a los padres recuperar sus propios ciclos de descanso, lo cual es crucial para mantener su salud y bienestar general.